La finalidad de los relatos semanales aquí presentados son de análisis y reflexión para nuestros estudiantes. Por tal razón, todo el contenido de los textos es ficticio y cualquier parecido con la realidad es coincidencia.
La prueba ICFES que me dejó sin poder caminar
Por: Freddy A. Salazar
Solo sentí el primer golpe que mi papá que me dio en el rostro y por el cual terminé en el suelo, el resto de golpes la verdad no los sentí. Tan pronto comenzó esa brutal golpiza, mi mente se fue muy lejos de aquél lugar; los recuerdos comenzaban a pasar muy lentamente, pero en cada uno de ellos estaba mi hermano Simón, el ser más noble de mi familia.
Cuando logré reaccionar, pude oír a mi mamá llorar a mi lado, tenía su rostro entre sus manos y por esta razón no vio cuando desperté. Entendí que estaba en un hospital y para poder saber lo que estaba pasando, preferí cerrar mis ojos y escuchar. De esta manera pude enterarme de que mi papá estaba detenido, los golpes que me propinó habían lesionado mi médula y ya no podría volver a caminar jamás, mi mamá se sentía responsable de todo aquello porque siempre que él me pegaba ella simplemente se desentendía del tema, ni siquiera buscaba consolarme, incluso terminaba dándole la razón a mi padre.
Mi padre… ahora preso, había sido un hombre de campo criado a golpes que pensaba que ésta era la única manera de educar, él creía que los golpes formaban y los castigos que había sufrió de niño los justificaba porque le sirvieron para ser “un hombre de bien”, frase que repetía todo el tiempo.
En nuestra casa los golpes habían iniciado con mi mamá, la primera noche de matrimonio la había golpeado porque había bailado con un vecino que a mi papá no le caía bien. Luego vendrían los golpes a mi hermano quien finalmente se cansó de tanto maltrato y terminó regalándose al ejército – Cuando sea General y gane mucho dinero voy a volver por ti hermanita, me dijo la noche en que se fugó. Así que después de esa noche la que siguió recibiendo golpes fui yo, me culpaba por no haber delatado a mi hermano y con esta excusa iniciaron mis días de suplicio a su lado.
Así que mi único consuelo era ir al colegio, allí me divertía mientras aprendía cosas, soñaba con llegar a grado once, graduarme y poder irme muy lejos de aquél lugar en busca de mi hermanito, solo faltaban algunos meses más para que llegara mi grado y al día siguiente ya mi papá no me encontraría, sin embargo, nunca pensé que me fuera tan mal en esa prueba ICFES, todos los martes hacíamos simulacros y yo pensé que eso servía para algo, pero la verdad no me sirvió para nada en el examen, los resultados fueron desastrosos y cuando mi mamá le contó a mi papá lo mal que me había ido en ese “IFES” él tuvo otra razón más para golpearme, solo que esta vez había ido demasiado lejos.
Por ahora estoy tranquila, al menos sé que mi papá estará en la cárcel por varios años y como somos pobres no existe la mínima posibilidad de que le den la casa por cárcel, tendré tiempo suficiente para pensar y ver como algún día cumplo mi sueño de volver a ver a Simón.
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