El Contratista

El Contratista

La finalidad de los relatos semanales aquí presentados son de análisis y reflexión para nuestros estudiantes. Por tal razón, todo el contenido de los textos es ficticio y cualquier parecido con la realidad es coincidencia.

 

El contratista

Por: Freddy A. Salazar

Mi país es el sueño que cualquier contratista corrupto quisiera.

Como el Estado requiere contratar obras y servicios, los contratistas siempre jugaremos un papel muy importante. América Latina tiene el contexto ideal para el negocio: un nivel de educación bajo, un nivel de pobreza alto, corrupción y mano de obra disponible a muy bajo costo. Tengan en cuenta que para lograr los contratos que necesitamos, se debe estar al tanto de la política del país donde se quiere trabajar y se debe invertir en los políticos, no importa si son de izquierda, derecha o centro. A la larga, todo se debe ver como una inversión, y, el tamaño de la misma, es directamente proporcional al tamaño de los contratos que ese político nos dará cuando sea elegido.

Una vez en el poder, comenzamos a reclamar nuestra inversión, si es un contratista que hasta ahora inicia e invirtió poco debe conformarse con los contratos de baja cuantía que igual suman los suficientes millones para aportar a la siguiente campaña, pero si se tiene alto poder adquisitivo y mucha cancha en esto, te van a corresponder los contratos más altos, de hecho, es tan sencillo que tengo un amigo en la “cárcel” y desde allí maneja absolutamente todo.

El negocio es muy sencillo, se abre una convocatoria pública pero los pliegos están adaptados y ya se sabe quien va a ganar, por lo general, hay que darles algo de dinero a los otros oferentes que no van a ser seleccionados, igual, en algún momento también les tocará un contratico con el estado. Esto es tan perfecto, que, si se tratara de un contrato de zapatos deportivos para los niños pobres de un municipio, marcas como Nike, Puma o Adidas no podrían aspirar a ganar. En el momento en que fuese asignado este contrato, el ganador podría decir, por ejemplo, que ofreció un número mayor de zapatillas o que se priorizó el emprendimiento nacional o que las zapatillas importadas no se adaptaban al suelo de este país.  Cualquier disculpa es válida para justificar al ganador. En ocasiones hay contratos muy grandes para un objeto muy específico, en este caso nos reunimos varias empresas que sin saber nada del negocio licitamos y, obvio, salimos ganadores.

Finalmente, a la hora de la ejecución, hay dos tipos de contratistas:

  1. El que finaliza el contrato con sobrecostos: esta es mi modalidad preferida porque finalmente se ven las obras y a las personas les importa poco o nada los millones adicionales invertidos que pueden sobrepasar hasta en 10 veces el valor original de la obra. Por ejemplo, nos contratan para hacer un puente, hacemos que se caiga y obvio ninguna empresa se va a querer hacer cargo de esto, entonces nos vuelven a llamar para hacerlo de nuevo, pero, para asegurar que no se volverá a caer, cobramos lo que queramos. ¡Siempre terminan pagándonos lo que pidamos!
  2. El que incumple y demanda a la nación: este grupo de contratistas es cada vez más recurrente porque no deben invertir mucho, reciben los anticipos y después demandan a la nación por incumplimiento. Las estrategias van desde culpar al COVID, hasta el aumento del precio del dólar. Cualquier disculpa es buena para no hacer la obra, eso sí, cabe destacar que el grupo de abogados que los asiste son excepcionales. Al final, la nación debe pagarles cantidades astronómicas por algo que nunca se realizó.

Como ven amigos, mi vida de lujo no se fabrica sola, se requiere de un fuerte compromiso con la causa.

 

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