Muchos creyentes han construido la imagen de dios a su conveniencia. A ellos dedico este corto relato.
La historia de los dos cielos
Por: Freddy A. Salazar
Antes de dormir, Joaquín, un hermoso niño de seis años, le pidió una nueva historia a su mamá Inés. Estas historias eran tan fantásticas que, de seguro, ningún libro en el mundo podría superarlas jamás.
– En esta ocasión, le dijo ella con su melodiosa voz, voy a contarte la historia de los dos cielos.
– ¿Los dos cielos?, preguntó con asombro el pequeño Joaquín ¿existen dos cielos?
– Desde luego, dijo su madre, esta es la historia:
Cuando dios creó al mundo, pensó que lo mejor era dividir el cielo en dos partes, una parte, la más bella, estaba destinada a todas las personas de bien, entre ellas, pastores, sacerdotes, empresarios, banqueros, actores, cantantes, deportistas, millonarios, expresidentes, parlamentarios, personas de la realeza, modelos, jueces, periodistas, altos mandos militares y también, médicos, abogados, ingenieros y otros profesionales que se habían esforzado por conseguir lo que querían.
Durante su relato, Joaquín no parpadeaba, aunque las historias de mamá Inés eran espectaculares, esta era de lejos la mejor de todas.
– Pero ¿sabes que es lo mejor de este cielo Joaquín?, preguntó mamá Inés mirando fijamente a su hijo, que, si algunos de ellos tenían pecaditos en el corazón, como, por ejemplo, haber engañado o maltratado a la esposa o a sus hijos, haber mandado a asesinar a alguien, haber abusado de su poder o de personas débiles, haber despojado a gente humilde de sus pertenencias y otras cosillas similares, dios les daba la oportunidad de enmendar sus errores y les permitía su arrepentimiento para que antes de morir pudieran llegar a ese hermoso lugar.
En este punto, Joaquín interrumpió a mamá Inés con una inocente pregunta:
– ¿Y cómo ese ese cielo mamá?
– ¿Recuerdas las veces que hemos ido a la playa? Respondió mamá Inés.
– Claro que sí, tú sabes que es lo que más amo en este mundo.
– Pues bueno Joaquín, es un lugar mil veces más bello, y allí, los ángeles y arcángeles utilizan escudos protectores para que los del otro cielo no pasen.
– ¿Cuál otro cielo?
– El que aún no te he contado porque me has interrumpido.
Joaquín cruzó sus pequeños brazos y frunció su seño en señal de desaprobación.
– Bueno Joaquín, ahora te voy a contar acerca del segundo cielo. Este cielo no es tan bonito como el primero, sólo es un lugar blanco y brillante, allí llegan los pobres y sus hijos, los habitantes de calle, los locos, los vagos de buen corazón, los convictos arrepentidos, los ancianos sin hogar, las rezanderas, los que no creen en dios pero son buenas personas, los indígenas, los negros, los policías de bajo rango, las personas LGBTI y todas esas personas que vez por las calles y te obligas a cambiar de acera. En este cielo ya no hay ángeles ni arcángeles, pero es un lugar tranquilo para que puedan estar todas aquellas almas, sin llegar jamás a molestar o estorbar a las almas puras y buenas del otro cielo.
Mamá Inés iba a proseguir con su relato, pero su pequeño Joaquín ya dormía plácidamente. Lentamente se acercó, le dio un beso en su mejilla, lo arropó y salió de aquél cuarto pensando en la historia que le contaría al día siguiente, una historia tal vez de héroes o de manzanas, engañar a su hijo no le resultaba nada difícil, era un pequeño con un gran corazón.