Un tema muy común por estos días es el clamor de los estudiantes por una Educación Pública, Gratuita y de Calidad; las diferentes expresiones de protesta han puesto en evidencia la opinión de distintos sectores sociales a favor y en contra de las demandas estudiantiles. Muchos de los opositores, aprovechan para satanizar la educación pública justificando su desfinanciación e incluso alaban las acciones de violencia contra quienes la defienden, y de paso, apoyan la educación privada como única alternativa.
Por: Freddy A. Salazar
Cabe mencionar, que el objetivo no es atacar a los privados, pero sí visualizar la importancia del momento que hoy se vive. No es gratis que los colegios con mejores desempeños en las pruebas ICFES sean colegios que cobran matrículas y pensiones muy altas y algo similar ocurre con las universidades privadas de matrículas elevadas; pues quienes allí se forman aseguran su ingreso al mundo laboral con mejores remuneraciones que aquellos estudiantes que provienen de universidades públicas.
Y si ustedes se preguntan ¿porqué del éxito de la educación privada?, la respuesta está en la reinversión continua de los recursos por ellos captados y su preocupación por mejorar de forma continua los procesos educativos que ofertan. La calidad cuesta y es lo que reclama la educación pública: recursos para garantizar un derecho como debe ser, gratuito y de calidad.
Ahora, el valor de la educación pública va más allá de las oportunidades laborales de sus egresados, la universidad pública como ninguna otra aporta de manera significativa a la construcción de sociedad, sí, de una sociedad con pensamiento crítico que abarca la preocupación por el otro, por el bien común, ese que por este tiempo los sectores más favorecidos suelen olvidar.
La Universidad pública siembra en su comunidad académica un sentido de responsabilidad con sí mismo y con el otro, con su país. Allí no se imparten clases de terrorismo, ni de rayar paredes como muchos ingenuos creen; lo que sucede en el centro de la universidad pública es un análisis y debate interdisciplinar sobre los problemas que acontecen en nuestro país, allí se generan propuestas, alternativas incluyentes que promueven una verdadera transformación social, eso es lo que marca la diferencia entre recibir una clase allí y recibir una clase en una universidad privada.
Aun siendo egresados, ese pensamiento crítico vive con cada quien y se extiende a su campo profesional, conscientes de que fuimos privilegiados al educarnos dentro de un sistema de libre pensamiento que propende por el bienestar de muchos y que debe dejar de ser un privilegio, para convertirse en un derecho real que debemos tener todos; por eso debemos seguir luchando por una educación pública, gratuita y de calidad para nuestros jóvenes, los cambios no van a venir de un ¨salvador¨, en Colombia ya hemos experimentado con muchos de ellos y el resultado ha sido el mismo. El cambio entonces está en las aulas, en nuestros jóvenes, pero también en las calles donde podemos mostrar nuestro apoyo.